Las tormentas de fuego principiaron en la Segunda Guerra Mundial a finales de julio de 1943, desencadenando sobre Hamburgo la furia de la Operación Gomorra, así denominada por la ciudad que el señor destruyó con una lluvia de fuego, como castigo por su iniquidad, tal como se recoge en el Génesis, y terminaron con la operación trueno que destruyó a la bella ciudad de Dresde, unos 70 dias antes de terminar la guerra.
Así, las bombas, de alto poder explosivo, hacían que los edificios se derrumbaran y destrozaban las conducciones de agua. Pero fueron las bombas incendiarias de 60, 96 cm y que pesaban entre 9 y 18 kilos, las que tuvieron el efecto más devastador.
Las llamas alcanzaron los 2.200 metros de altura y hasta los pilotos británicos y americanos sintieron un calor abrasador.
Más de 30.000 inmuebles quedaron en ruinas, murieron unas 50.000 personas y fueron 1.250.000 los refugiados que abandonaron Hamburgo tras el bombardeo. En el caso de Dresde las cifras pueden multiplicarse por cuatro.