A muchos el amor por la arquitectura nos hace venerar a sus autores, querer saber más de sus vidas y, ay, de sus muertes. Parece como si así fuéramos capaces de entenderlos mejor y de valorar más sus obras, que son, en definitiva, las únicas que importan. Estas muertes de grandísimos arquitectos los bajan del inalcanzable pedestal, los hacen más humanos y nos unen más a ellos. Por otra parte, cuando leemos un relato sobre alguien estamos leyendo también de alguna manera un relato sobre nosotros mismos, y así sentimos, de esta retorcida manera, una sintonía con la gran arquitectura. Os presentamos un juego literario, una broma, un pasatiempo que manifiesta desde la primera línea hasta la última un encendido amor por la arquitectura y los arquitectos.