De sol y arena, pero también de agua y viento están hechas las playas. Los antiguos cuatro elementos de la naturaleza se conjugan ahí para crear lugares mágicos y cambiantes, hogar de una diversidad de plantas y animales que, a primera vista, es insospechable. Las dunas costeras son la otra cara de las playas -la que mira tierra adentro- y han visto nacer a las primeras grandes civilizaciones de la humanidad; hoy, además, son asiento de los complejos turísticos que conforman los lugares de descanso y entretenimiento. Sin embargo, la caótica expansión demográfica y el crecimiento urbano, industrial y turístico han puesto en peligro el ecosistema. La autora nos introduce en el conocimiento de estos hábitats y analiza las perspectivas para la conservación y el manejo de las costas.