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En la década de 1990, los gobiernos Latinoamericanos implementaron ambiciosos procesos de privatización de las empresas públicas y el parque productivo, alcanzando a sectores de infraestructura, servicios públicos y sistema financiero. En este marco, Uruguay destacó por un alcance más limitado de las privatizaciones, así como por el fuerte rechazo de la sociedad civil. Pese a su carácter moderado,la era Neoliberal en Uruguay, liderada por los partidos tradicionales Colorado y Blanco, generó un aumento de la vulnerabilidad social y un descrédito en las instituciones gubernamentales. En ese contexto se comprende el triunfo, en el 2005, del Frente Amplio, una fuerza moderada de izquierda. Tabaré Vázquez, el presidente electo, llevó adelante una gestión caracterizada como "progresista", fundamentalmente en el aspecto social, en respuesta a la caótica situación de la sociedad y a los reclamos, cada vez más generalizados, de los "Movimientos Sociales". En el caso particular de estos últimos, las "organizaciones sociales" ambientalistas se vuelven protagonistas a partir del conflicto por las papeleras con el Estado argentino, en conjunto con otras que reivindican diversas causas.