descripción

Es la tercera entrega de los maridajes de Pepe Iglesias tras sus Maridajes de la buena mesa española (2009) y La bodega en casa y sus maridajes (2010). En esta ocasión las experimentadas experiencias vino-plato del escritor y cocinero asturiano se trasladan de la mesa a la barra del bar. Hay continuidad en el tema y en el estilo ágil y desenfadado (tal vez no debería utilizar ese término porque Pepe Iglesias vierte en sus textos los monumentales enfados que le provocan las trapacerías sin cuento que pueblan la hostelería y la enología en España) y en el rigor del análisis, sustentado en la experimentación. Sin embargo, hay un cambio en la perspectiva impuesto por la peculiaridad de esa forma itinerante de comer a base de pequeñas porciones. Una vez más, no estamos ante un tema rutinario, sino ante un ensayo en toda regla sobre esa forma tan sugestiva y tan española de acercarse a la gastronomía y al vino.Estos Maridajes de la cocina canalla entran a la palestra con un prólogo que es todo un compendio de experiencia y una guía para desenvolverse en el proceloso mundo de las barras de bar y, en lugar de morir en el intento, hacer de ello una experiencia enriquecedora en un ámbito sobre el que el autor no duda en afirmar que “salvo excepciones que confirman la regla en que un cocinerito se dedica a montar tapas de diseño, es en las barras donde apreciamos mayor personalidad regional”. Después relaciona cincuenta tapas con cincuenta vinos pero introduce una novedad con respecto a sus dos libros de maridaje anteriores: no ofrece la receta sino un comentario sobre las peculiaridades de cada tapa (pinchos clásicos y suculentos) y su relación con el vino o con los vinos idóneos para ilustrar el tema con un vino seleccionado a propósito de ello.Consciente de que es prácticamente imposible hacer una ronda de pinchos y tapas con un vino para cada una, propone fórmulas adecuadas para obtener la mayor satisfacción y la sugerencia alternativa que se viene exponiendo en la intermitente sección de esta revista Los maridajes de PlanetAVino, en la que el propio Iglesias tiene participación decisiva. En esa sección se plantea el maridaje inverso, es decir, la elección de un vino para luego acompañarlo de diferentes platos. Pepe Iglesias recomienda esa fórmula para no hacer una mezcla poco práctica de vinos, como propone hacer la consumición de tapas en grupo de cuatro a seis personas para poder abrir cada vez una botella que debería dar, sostiene el autor, para seis copas. A lo largo del libro no faltan las denuncias de las abundantes malas prácticas de la hostelería en razón de precios, dosis de vino, oferta de vinos, copas, etcétera. Una perla escogida casi al azar: “Hay cuadrillas que pueden desplazarse cincuenta kilómetros para comer los callos que preparan en Casa Gervasio, pero llegados a la mesa, en vez elegir un buen vino para acompañarlos, le piden al tabernero que escoja él, y claro, como lo que busca éste es sacar tajada, pues va a poner ese llamado ‘Vino de la casa’ que ha comprado a menos de un euro y que revende a diez o doce. Resultado: una calamidad.”