Medina Sidonia, Alcalá de los Gazules, Paterna de Rivera y el propio Jerez son la cuna de los fundadores de los poblados que dieron origen a Caulina primero y a Guadalcacín más tarde. Aquella migración necesaria en estas localidades del interior de la provincia cuya despoblación por falta de recursos dio lectura local a los movimientos similares ocurridos en toda España en la primera mitad del siglo XX se fijó en los terrenos que, gracias a la política hidráulica franquista, era posible poner en valor. Así nació el amplio tejido rural jerezano, cuajado hoy en día de pedanías y barriadas rurales que se esparcen sobre uno de los términos municipales más amplios del país. Y el libro 'Guadalcacín y Caulina, en relatos', aunque se centra en estos dos parajes, ilustra con fundamento el asiento histórico de estos núcleos de población que en su historia encuentran con facilidad la naturaleza de su presente y posiblemente también el origen de las dificultades que aún soportan hoy en día. 'Guadalcacín y Caulina, en relatos' contiene 359 páginas plagadas de fotos de labor en el campo, de vida precaria en los barracones y luego en las casas que configuraron el singular urbanismo agrario de nuestra tierra, de ganado, documentos y detalles que hacen justicia con aquellos colonos pioneros del actual Jerez rural. Y el estilo, fundamentado en relatos dirigidos en muchos casos a un tal Peneque, convierten las referencias históricas en el atractivo estudio de una realidad tan curiosa como importante para la ciudad.
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