Quién no quiso alguna vez dejar todo de lado y tomar las riendas de un caballo con el propósito de no detenerse hasta recorrer ocho mil kilómetros. Estos kilómetros no son meras leguas sino desiertos, llanuras, montes; pero también costumbres, vidas, pueblos, dramas y celebraciones.
Es cierto que este viaje pudo realizarse en una época que todavía no era lejana, donde las condiciones de riesgo eran menores que en el pasado. Pero por el estilo mismo del viaje, que se desvía de las coordenadas habituales del turismo y que ocurrió en un tiempo en que las comunicaciones aún no eran masivas, el peligro es el peaje que hay que pagar para descubrir de primera mano una voz o un rostro inédito.
Cinco años a caballo es un libro desnudo que pone la aventura en la palabra.
Visión de un mundo que no volveremos a ver.