En España, la minoría gitana, instalada en ese incómod eslabón de cola desde el siglo XV, sufrió todos los sinsabores que produce una sociedad basada en los principios religiosos intransigentes, la nobleza de sangre y el dinero (que, en definitiva, puede lograr la adquisición de aquella cuando aptezca); esta minoría fue, por tanto, despreciada, marginada, obligada a ejercer profesiones que no querían otros, acorralada con leyes y disposiciones... De entre todas esas formas de opresión, la más importante inicua y singular, la que los equipara a nuestros judíos, protestantes y moriscos, fue la orden y ejecución de Prisión General que se llevó a cabo contra ellos en 1749, hace ahora 270 años, por obra no ya de la administración teocrática i imperial que actuó contra aquellas minorías, sino por parte de la que, en sustitución de la anterior, pretendía construir un mundo nuevo basado en la Razón, el gobierno del Siglo de las Luces.