La plaza, feliz combinación de arquitectura y urbanismo, es un extraordinario viaje por el "gran archivo de piedra de una comunidad" y símbolo de la civilización occidental que desde Europa se difundió por América, Asia y Oceanía. Paulatinamente, con el paso de los siglos, la plaza ha sido la más genuina expresión de la libertad de la comunidad, del poder religioso de la iglesia y de la fuerza de los comerciantes y mercaderes, para después convertirse en el centro de las conmemoraciones de los soberanos y de los gobiernos, hasta el cambio que se produjo en la estructura social y en el mismo tejido urbano entre los siglos XIX y XX.