30 años después de su primera edición, se presenta la Norma Granada v. 2020. Esta nueva versión es el fruto de la revisión del trabajo recogido en las versiones anteriores, elaboradas años atrás gracias al esfuerzo de un gran número de compañeros y del encomiable trabajo de miembros de la Junta directiva de la AEPJP, profesores de 3 universidades, profesionales y estudiantes de grado de ingeniería agrícola y forestal.
Esta nueva propuesta intenta converger con los planteamientos contemporáneos, con la importancia actual de los bosques urbanos, subrayados por la FAO (Salbitano et al., 2016), especialmente para fortalecer la generación de servicios ecosistémicos y limitar en la medida de lo posible los diservicios (Cariñanos et al., 2017). Se trata, por tanto, de destacar la importancia de la buena gestión de los árboles que debe trasladarse a una valoración ornamental, por eso, por primera vez se incluyen factores que merman el valor para penalizar los diservicios relacionados con una inadecuada selección o gestión.
La Norma Granada v.2020 se sustenta en un enfoque técnico, pero también científico. Aunque el planteamiento general converge con las versiones anteriores, se han desarrollado nuevas ecuaciones matemáticas más ajustadas a la realidad del material vegetal valorado y se incluye un factor corrector que permite que las ecuaciones de esta norma calculadas con los precios actuales perduren más en el tiempo, ya que traslada temporalmente el aumento del precio en vivero al valor básico calculado. En cuanto a los factores extrínsecos e intrínsecos, se ha reestructurado el planteamiento y se ha trabajado con el método Delphi con un grupo de expertos para que no todos los factores tengan el mismo peso final, dado que hay algunos que deben tener más importancia en la valoración que otros.
Como otros aspectos más novedosos, podemos citar que se valora la biodiversidad, la distribución diamétrica dentro de un enfoque holístico de la masa arbórea, y el posible carácter invasor.
Además, se incluyen otros factores que disminuyen el valor tales como el potencial alergénico, la emisión de COVs o la presencia de compuestos tóxicos, todo ello basado en datos científicos corroborados en diferentes investigaciones y avalados por publicaciones internacionales.
Somos conscientes que, los beneficios e implicaciones reales del arbolado ornamental en nuestros entornos de vida son numerosas y variadas, por lo que la valoración debe enfocarse desde una óptica diferente y más completa.
En definitiva, un nuevo planteamiento que para algunos puede que resulte algo más complejo, pero que integra una nueva forma de entender y valorar el arbolado, y, desde luego, creo que el esfuerzo de haber desarrollado esta revisión tendrá una respuesta importante en la gestión de nuestros bosques urbanos, porque en definitiva aumentará su valor y funcionalidad ecológica, ambiental y social. Por último, simplemente poner de manifiesto que esta norma, como las anteriores, tiene esencia de ser revisada y mejorada, es sólo otra semilla más que debe desarrollarse y espero que dentro de algunos años, se identifiquen y cambien aquellos aspectos que, estoy seguro, se conviertan en anacrónicos o simplemente se estime un planteamiento mejor.
