Una plaga desmoralizó al ejército ateniense durante las guerras del Peloponeso; otra plaga asoló el Imperio romano antes de su decadencia y, en el siglo XVI, la viruela fue el arma decisiva que permitió a Hernán Cortés, con tan solo seiscientos hombres, conquistar el Imperio azteca, cuyos súbditos eran millones. En 1918, una epidemia de gripe arrebató más vidas norteamericanas que todas las batallas de la Primera Guerra Mundial.En Plagas y pueblos, William H. McNeill describe el impacto dramático que las enfermedades infecciosas han ejercido sobre el ascenso y la caída de las civilizaciones. Armado con un impresionante arsenal de datos y con una innovadora interpretación de la historia global, McNeill demuestra el papel esencial que las enfermedades, como la sífilis, el cólera, la viruela y la malaria, y sus contagios han desempeñado condicionando y modificando el curso de la historia.