Los inicios de la navegación submarina encuentran un hueco importante en esta obra, donde se dan a conocer a algunos de los inventores que, a riesgo de sus vidas, se introdujeron en los más diversos artilugios con la intención de escudriñar el fondo de los mares. Unos, con el fin de explotar los fantásticos tesoros que estaban seguros que hallarían, otros, interesados en conocer las monstruosas criaturas que se escondían en sus profundidades, y los más, empeñados en poder defender su país de flotas más poderosas que la de su patria. La zona marítima descrita en este trabajo abarca desde el norte de Portugal hasta los confines de Asturias, haciendo especial hincapié en el espacio comprendido entre la desembocaduras del río Miño y la Estaca de Bares, aguas que los submarinos alemanes convirtieron en su principal teatro de operaciones.