Exuberante en su talla, su confianza hacia el hombre y sus crotoreos poco considerados, la cigüeña siempre atrae la mirada. Es emblemática desde todos los puntos de vista. Primero, porque su color blanco la convierte en un símbolo de pureza, como la paloma. También porque su llegada sobre el tejado de las casas y su regreso cada primavera al enorme nido de ramas significa felicidad y prosperidad para el hogar que las recoge. Contiene una síntesis, especialmente adapatada a la Península Ibérica, de los conocimientos actuales sobre la cigüeña en sus distintos aspectos. Realiza también descripciones de todos los hábitos cotidianos de las cigüeñas, fruto de miles de horas de observación.