Millones de árboles configuran nuestros paisajes forestales, pero de entre todos ellos, sólamente algunos se hacen acreedores de nuestra atención. Hay árboles añosos, los hay de portes caprichosos, de tamaño descomunal, de significación cultural y religiosa, los hay que son testimonio de acontecimientos históricos, de origen agrícola o silvestre, autóctonos o foráneos. Y muchos de ellos, además, han sido bautizados con nombre propio. Por ello, tener entre nuestras manos un libro que nos desvela los árboles más singulares de nuestras tierras, es un auténtico regalo.