descripción

El pinsapo no solo nos evoca un árbol, también un tiempo. Es parte de nosotros, de nuestros paisajes. Un relicto del
pasado en un espacio aparentemente diminuto, pero que nos une con la historia de la Tierra y de sus pobladores.
Mucho antes de que estas sierras tuvieran nombre, ya crecían nuestros pinsapares. Apretados bosques siempre
verdes, espacios de naturaleza pura y referencia visual del paisaje, a la vez suponían baluartes botánicos y ecológicos. Más adelante convivimos con ellos, y nos resultaron útiles por su madera o por sus ramas. Hoy en día, los
pinsapares nos resultan necesarios, aunque por otras razones: por su biodiversidad, por su paisaje, por su mera
hermosa presencia.
Así, pueblos y pinsapos comparten sierras abruptas, blancas o bermejas. Sierras soleadas que ordeñan a las
vivificantes nubes venidas desde el océano. Sierras que hermosean el mar Mediterráneo al reflejarse en sus aguas
cálidas.
Esta Guía traslada a los lectores el asombro y la fascinación que despiertan los paisajes del pinsapar tomando
como referencia las observaciones de tres naturalistas del siglo XIX: Simón de Rojas Clemente, Edmond Boissier
y Maurice Willkomm. Pero, aunque puede parecer una obviedad, en estos textos late que el pinsapo ya era protagonista antes de descubrirlo Boissier para la ciencia en 1859. o en vano se trataba de otra aportación más de
Andalucía a las mejores muestras de biodiversidad de Europa.
En 2011, Año Internacional de los Bosques, la Consejería de Medio Ambiente aprobó el Plan de Recuperación
del Pinsapo. Nos dotamos de la herramienta que garantizará su presencia entre nosotros y para las generaciones
venideras. Entre muchas medidas, el Plan de Recuperación incluye acciones de educación y concienciación social
sobre la necesidad de conservar el pinsapo. Porque, en definitiva, amamos más y mejor lo que conocemos.
Les invitamos, en definitiva, a que recorran los pinsapares del siglo XXI mirando a su presente, pero también a su
pasado y a su esperanzador futuro.