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De los tres paradigmas que conforman el canon en tauromaquia –parar, templar y mandar–, quizá sea el primero de ellos el más incierto y enigmático. ¿Qué es exactamente lo que se para? ¿Se para el toro? ¿Se para el torero? ¿Se para el tiempo cuando se torea con temple, mando y arte? Dos matadores de toros en activo (José Tomás y Morante de la Puebla) se convierten en materia de reflexión estética a la hora de indagar en este escurridizo y sugerente concepto de quietud en tauromaquia. Uno, el torero quietista por antonomasia; el otro, el torero de arte por excelencia en el siglo XXI. Sin embargo, a pesar de las diferencias manifiestas, estos dos artistas comparten algo sustancial que se irá desvelando a lo largo de estas páginas. Actualmente, estos dos toreros representan formas diferenciadas –pero complementarias– de entender la tauromaquia; y cada uno por su parte es el representante genuino de una forma particular de vivir y transmitir este antiguo arte. José Tomás, el torero de valor con más arte en la reciente historia de la tauromaquia. Morante, el torero de arte con más valor que recuerdan los aficionados. En este hipotético «mano a mano» se vislumbra una nueva tauromaquia para el futuro.