Tras el viaje magallánico, la conciencia de la unidad del mundo en torno a una esfera nos hacía forzosamente colectivos y permitía una conexión permanente entre los cuatro continentes y la circulación entre todos ellos de personas, creencias, sistemas de saberes, bienes y productos. Tras el viaje magallánico, algo muy importante había hecho cambiar al planeta: la conciencia de la unidad del mundo en torno a una esfera nos hacía forzosamente colectivos. Los océanos ahora puestos en contacto permitían una conexión permanente entre los cuatro continentes, Europa, Asia, África y América, y la circulación entre todos ellos de personas, creencias, sistemas de saberes, bienes y productos comenzó a ser una realidad.