Publicada en 1911, este libro es la obra en la que la técnica narrativa del novelista (el gusto por la sucesión ininterrumpida de acontecimientos, la abundacia de personajes secuendarios, la hábil articulación de situaciones críticas, el impresionismo descriptivo, el rápido trazo de caracteres), alcanza su mayor eficacia, así como aquella en que, en palabras de Azorín, se halla "mejor que en ningún otro libro el espíritu de Baroja".