Las hermosas imágenes con que Carlos Pérez Siquier ha recreado sus viajes entre Almería y Sevilla sugieren que el tiempo que se pasa en el ferrocarril puede ser un tiempo que gana la experiencia personal de quien viaja. Unas horas o minutos para la reflexión, la conversación o la lectura. Un tiempo para el conocimiento, para el recuerdo o para la imaginación. Y, en concreto, en este caso, la oportunidad de recorrer, con esa proximidad única al paisaje que ofrece la ventanilla del tren, y casi de un extremo al otro, el más extenso y diverso de los itinerarios de Andalucía.