Toros y Tauromaquia

Hombres. No como debieran ser, ni como aparecen. Como son. Se llaman Julián, Serafín, Juan, Fernando o Miguel. El día que Joséphine Douet ha pisado mi caravana con su book debajo del brazo, he entendido que esos hombres suyos, los que se han presentado sin defensa ante su objetivo, están allí justamente para no mostrarse, para no exhibir nada de su cuerpo o de su sufrimiento: allí, desnudos, liberados de los ornamentos que acompañan su danza. Porque en definitiva se trata de artistas. Estos hombres no enseñan nada, ni su valor ni su fuerza, ni la insensatez de sus hazañas. Su única búsqueda, frente a la fuerza bruta y al miedo insidioso, se llama elegancia. Gesto, alma y ser. La elegancia de tontear con la muerte y de no hablar de ello. Estos hombres, sin afectación muscular, atravesados por momentos de gracia, amarrados en su piel de luces y de sufrimiento, no se pavonean. Su cuerpo calla. Dignamente. Los labios de sus viejas cicatrices se han cerrado. Y testifican, en silencio.Joséphine Douet no entrega el enésimo álbum bonito sobre los toros, de los que ya sabemos lo fácil que es a las cinco de la tarde robar sublimes imágenes de movimientos, actitudes, de miradas, de colores. Ofrece a nuestra imaginación los toros como un arte de la interioridad. Donde, si hay algo que ver, hay sobre todo algo que sentir. Son fotografías sin gritos. Son seres sin vanidad, cuyas audacias pasadas están modestamente inscritas en el paisaje de su cuerpo; con pudor, podríamos también decir, porque no desvelan nada de los estragos que la cornada a menudo ha hecho en lo más recóndito de la carne.

En 1915, con apenas veinte años, Martínez de León ya era un reconocido dibujante en Sevilla. Colaboró, como dibujante en numerosas publicaciones, «El noticiero de Sevilla», «El Sol», «La Voz», «Blanco y Negro», «ABC» y «Don José» entre otras. No sólo se dedicó al dibujo y la pintura, la narrativa también ocupo un lugar importante en su actividad creativa. Dos obras de temática muy distinta, avalan su genialidad también en este ámbito; «Oselito en Rusia» (1936), un relato ilustrado del viaje que el propio autor realizó a la Rusia de Stalin; y la obra que tiene usted entre las manos, «Los amigos del toro» (1954) que con cierta distancia del acaloramiento del debate, ingenio y humor realiza el autor una propuesta de enmienda de la fiesta nacional. El protagonista de ambas obras es «Oselito». Personaje nacido del genio e ingenio de Martínez de León. Vivió junto a su creador todas las vicisitudes vitales de este. Con la frase «Toro chico, billete grande», Martínez de León toma partido en «Los amigos del toro» por el protagonista indiscutible de la tauromaquia el «Toro». Poniendo en «negro sobre blanco» los problemas del mundo del toro a mediados del siglo pasado. A pesar de ser un libro publicado en 1954, mantiene toda su vigencia ya que, muchos problemas son eternos.

El facsímil aquí presentado reproduce la primera edición de la obra de Ricardo de Rojas y Solís, Marqués de Tablantes, Anales de la Real Plaza de Toros de Sevilla. 1730-1835, impresa en esta ciudad en 1917. Texto de referencia obligada para la historia de la tauromaquia en la capital hispalense, el autor desarrolla, a partir de los datos que recopila del archivo de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, una detallada relación por años de las fiestas de toros dirigidas por esta institución. Elabora también éste en su obra una breve exposición de la historia del toreo y del origen, desarrollo y arraigo de esta fiesta en la cultura española. Acompañan al texto, asimismo, dos interesantes láminas que representan la planta de la antigua Plaza del Arenal, que sería derribada para la construcción de la actual Plaza de Toros de la Maestranza, y una vista de ésta.

Anales del Toreo sitúa el origen de la tauromaquia a pie en las corridas de toros que, a lo largo de los siglos, con más o menos autorización del Ayuntamiento, se realizaron en el Matadero de Sevilla sin olivdar el apoyo incondicional que, a partir del siglo XVIII, reciben de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. El autor del libro que ahora se reedita, forma parte de esa galería de singulares personajes de la Sevilla decimonónica de mediados de siglo, aunque más que fomar parte parece más correcto pensar que fue ciertamente uno de los más destacados capitanes de una extraña y nutrida tropa formada por inquietos hombres de letras, mezcla de intelectuales, periodistas y literatos.

Esta es una obra donde se hermanan historia y literatura, hechos sorprendentes y sentimientos que reflejan, en gran medida, la grandeza del toreo. El libro recoge casi 200 anécdotas inéditas, narradas por los propios protagonistas.

Historia, contexto histórico, panorama popular...

Esta Antitauromaquia es algo más que una diatriba contra la fiesta nacional. La costumbre primitiva de sacrificar toros en público y convertir esa muerte en una ceremonia moral ha perdido ya toda su estética. La corrida ha quedado solo en un residuo de aquella España negra, zaragatera y triste en la que la crueldad con los animales no se distinguía de la violencia social y política. El espectáculo de la muerte festiva de un toro supone una agresión a la sensibilidad humana. Este es un alegato contra todos los tipos de violencia que se expresan en la fiesta taurina, una liturgia de la tortura que algunos pretenden elevar todavía al rango de cultura porque creen que en España o eres toro o eres matador. Esta Antitauromaquiaes un aviso para que no te toreen.

Esta obra existe gracias a los fotógrafos que estuvieron en el lugar y sitio oportunos para captar ese momento que hoy constituye la memoria gráfica de la Tauromaquia. Su sentido artístico, romántico y bohemio en el siglo XIX, más moderno pero aventurero en el XX, queda plasmado en los retratos e instantáneas que documentan publicaciones y enriquecen colecciones privadas y públicas.

Torero de arte, esteta y clásico, Antonio Chenel Antoñete supo al mismo tiempo mantener una estrecha relación con su tiempo, su ciudad y su plaza —Madrid y Las Ventas—. Durante una de sus múltiples reapariciones se produjo la explosión de la movida madrileña, a la que no fue ajeno y en la que entabló amistad con sus protagonistas más taurinos. Durante una larga conversación con el periodista Javier Manzano, Antoñete relata en primera persona su visión del toreo, que en él es su visión de la vida, y ofrece una tauromaquia completa en la que describe cómo hay que enfrentarse a una corrida, desde el paseíllo hasta el momento de entrar a matar.

Antonio Ordóñez, natural(mente) es un libro que nace del sentimiento, del profundo respeto y la sincera admiración que las autoras profesan al torero rondeño. Es un sencillo homenaje a la Fiesta, tan nuestra, a los toreros y, especialmente, al Maestro Ordóñez. Un libro que repasa de forma breve la historia del toreo, que se ocupa del también rondeño matador Pedro Romero, que alaba la belleza y la magia de la ciudad de Ronda y que, sobre todo, se centra en la figura de Antonio Ordóñez. Trabajar en la elaboración de Antonio Ordóñez natural(mente) fue una especie de regalo. Y se pretende que sea también un regalo para el diestro malagueño, allá donde esté. Para este libro han sido entrevistados, además de la familia Ordóñez, Victoriano Valencia, Litri, Aparicio, Espartaco, Sebastián Castella, Rafael Corbelle, Curro Vázquez, Manzanares, Rafa Camino, Noel Chandler, Humberto Parra, Ignacio de Cossío, Serafín Marín, Canales Rivera, Fernando Robleño, Miguel Abellán, Roberto Domínguez, Víctor Puerto, Andrés Vázquez; Pedro Toledano, Pepín Liria, Joselito... y muchos más. Sus palabras, sus pensamientos sobre Ordóñez, también forman parte de este libro.