Los que son escritos al margen, lo son al margen de la ley, de la ley no escrita de la arquitectura "políticamente correcta"... Son escritos al margen de la corriente (corriente que arrasa y arrastra lo que se le quiera contraponer), al margen de lo que es corriente en la arquitectura de corral... Son escritos al margen, en una cuneta, escritos con la carabina 30/30 al hombre, escritos de quien se echa al monte. Pues nosotros, que tan sólo somos unos simples mortales, ¿a qué si no podemos aspirar en realidad? A gritos escritos, a casas escasas, a diseños pequeños: a escribir en el margen. Y que no venga ningún establecido a arrogarse tal derecho, cuando escribir en el margen se convierte en un privilegio. Pues es justo en los márgenes donde se escribe en lenguas nuevas, es en los márgenes donde se halla el origen de los caminos todavía no comenzados ni recorridos, es en los márgenes donde las pequeñas semillas se hacen árboles, que sólo disfrutarán los que vengan después, mientras que nosotros seguiremos adelante sin saber (o no) de su fortuna... Así son, sin que nadie los pida, los escritos al margen, son palabras al viento... Al viento... Entonces, como las banderas en la vanguardia de la batalla, en esta guerra que hay que librar por la arquitectura. (Al pintor, al escultor, al literato, al músico, al actor, al cineasta, a todos les está permitido emocionar, y la gente paga por ello... A todos les está permitido menos al arquitecto, cuando los mismos arquitectos se lo han prohibido, marginado, aunque la gente pagaría por ello... Dichosa será la humanidad cuando sus obras de arquitectura también hagan "romper a llorar", que sólo el que ha tenido tal experiencia puede hacerse a la idea de lo que en toda su magnitud significa "estallar en lágrimas": cuanto más se proscriben determinadas palabras de la arquitectura, mayores son las ganas de escribirlas a gritos...). Escritos proscritos, pues, dichos en el vacío, a pesar de todo...