Durante el siglo XVIII, Madrid vive uno de los capítulos más apasionantes de su historia urbanística. Se erigen monumentos emblemáticos, se abren paseos y vías de comunicación, sus calles se pavimentan, iluminan y limpian. Los contemporáneos hablan de un nuevo Madrid, que se desea a la altura de otras grandes capitales y que encarne la esperada regeneración del país.Un aspecto poco conocido de estas intervenciones son los repetidos intentos de multiplicar los plantíos de arboles en el entorno de la ciudad. Reyes, eruditos, científicos, aristócratas, párrocos y campesinos, así como las principales instituciones de la Ilustración, promueven o participan en proyectos para que la periferia de Madrid se engalane de bosques y arboledas. Pretenden que su territorio árido se transforme en uno fértil y frondoso. Los motivos económicos, sociales, higiénicos, estéticos y simbólicos estarán tras esta defensa de lo verde y de su consolidación como un aspecto ineludible de las capitales y las ciudades de la modernidad.Las aspiraciones de la Ilustración, así como la historia de Madrid, de la ciencia, el urbanismo y el territorio moderno se dan cita en estas páginas, desvelando un episodio estrechamente vinculado con nuestro presente.