El sector de la construcción ha alcanzado en España, en la última década, unos índices de actividad muy elevados, lo que ha provocado, a su vez, un gran incremento en la creación de residuos procedentes tanto de la demolición de estructuras antiguas, como de la construcción de infraestructuras y edificaciones, sin olvidar los producidos en las pequeñas obras de reforma en viviendas o locales comerciales. Todos estos residuos conforman los denominados residuos de construcción y demolición (RCD), cuya correcta gestión constituye uno de los grandes retos de las sociedades modernas, pues los problemas ambientales que originan son múltiples, desde los deterioros paisajísticos por su ubicación, hasta el colapso de los vertederos, debido al gran volumen que ocupan. Por tanto, resulta imprescindible, una vez agotadas las opciones de prevenir su generación o reutilizar los materiales, reciclar estos residuos, es decir, llevar a cabo un tratamiento de los mismos que permita obtener productos, los áridos reciclados, que puedan incorporarse al mercado y competir, en las mismas o parecidas condiciones, con los materiales naturales. Con ello, se consigue reducir las cantidades generadas y aprovechar el potencial que presentan estos materiales, lo que produce un desarrollo más sostenible de la actividad constructiva, a la vez que se obtiene una nueva visión del ciclo de vida de los materiales de construcción.