El libro está estructurado en dos partes. En la primera, se analizan los antecedentes históricos de la afición del flamenco en Orihuela y la relación de amistad de Miguel Hernández con Carlos Fenoll, además de valorar las letras flamencas atribuidas al incipiente poeta y futuro autor de El rayo que no cesa, y ofrecer el testimonio de Antonio Fernández, patriarca flamenco y gitano de La Unión, que conoció y participó en el ambiente flamenco oriolano de los años 30. La segunda parte se revisa el itinerario flamenco en la obra de Miguel Hernández, desde sus primeros poemas hasta los escritos durante su cautiverio en las diferentes cárceles de la posguerra. Se incluyen cinco apéndices, con abundante documentación no conocida sobre la afición flamenca de Miguel Hernández. El volumen pone en valor un aspecto no estudiado ni reconocido por la crítica especializada hernandiana, y que lejos de considerarse como algo temporal supone una constante durante toda la producción literaria en el poeta oriolano.