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La Consejería de Obras Públicas y Vivienda de la Junta de Andalucía ha reunido en esta publicación 500 piezas de cartografía histórica de Andalucía, dispersas en numerosos archivos y bibliotecas de todo el mundo. Andalucía. La imagen cartográfica hasta fines del siglo XIX, se trata de un proyecto editorial que proporciona una visión general de la cartografía sobre Andalucía desde la Antigüedad hasta princuipios del siglo XX. Este recorrido por la iconografía cartográfica andaluza ha permitido identificar y describir piezas hasta hoy muy poco conocidas, depositadas en fondos y colecciones de todo el mundo. A una primera sección conteniendo colaboraciones de especialistas -- coordinados por Fernando Olmedo y Joaquín Cortés-- sobre temas fundamentales para entender la producción cartográfica sobre Andalucía, se suma un catálogo selectivo con dos centenares de piezas de especial relevancia, y un extenso inventario con medio millar de referencias. Se completa la obra con una serie de apéndices que permiten ampliar la información sobre este repertorio cartográfico.
Magnífica lámina en que se recogen las carreras y los muros y las calles del Rey y los barrios y las plazas y las iglesias y las casas y las puertas. Y se excluyen las tiendas y los corrales y las tahonas y los baños y los mesones y las bodegas y los husillos y los molinos de la ciudad.
Magnífica lámina que describe la ciudad de Jerez y el interior de sus murallas en el año 1280. Se entrega retractilada y con una base en cartulina blanca lista para enmarcar.
"Año del Señor de 1280, reinando Alfonso, por la gracia de Dios rey de Castilla, de Toledo, de León, de Galicia, de Córdoba, de Murcia, de Jaén y del Algarbe"
En la segunda mitad del siglo XIII Jerez fue conquistada por los castellanos. La ciudad, sometida a su nuevo dueño, se alzó en rebelión la primavera del año 1264, pero la revuelta fue sofocada y el castigo fue el destierro de toda su población. Los nuevos habitantes, llegados de todos los rincones de la península ibérica y de países del extranjero, se repartieron las casas, los corrales, las bodegas, los baños, los hornos y las alhóndigas de la espléndida medina andalusí. Las mezquitas se transformaron en iglesias, y aunque era una urbe de frontera pretendida por nazaríes y benimerines, los frailes dominicos y franciscanos se establecieron fuera de la protección de sus muros, promoviendo más tarde la aparición de los arrabales históricos de la ciudad.