Miope y mezquino fue el pensamiento de gobernantes, así como opresor con el pueblo indígena, fue el poder agrario del Ecuador.En el siglo XX surgieron luchas campesinas que alcanzaron gran beligerancia en los años treinta y pusieron a tambalear el poder del Estado ecuatoriano. Tránsito Amaguaña, inscrita en aquel proceso, se entregó a un peligroso liderazgo. Tenaz y guiada por una fe ciega y desesperada, mostró que se pueden lograr cambios a partir del esfuerzo endógeno de las bases sociales y por una sola razón: porque la injusticia es políticamente inaceptable y moralmente intolerable. La ruta que deja trazada, señala la definitiva ruptura con el pasado colonial caracterizado por la opresión al pueblo indio, el cual, sumiso y carente de voluntad política propia, aparecía inerme en la conciencia de la nacionalidad.Tránsito Amaguaña, figura emblemática de la rebeldía indígena, luchó contra el poder terrateniente desde la acción sindical, el cooperativismo y desde la promoción de la educación bilingüe: quichua-español. A las personas interesadas en las luchas reivindicativas mediante un pensamiento democrático, y, a las que defienden los derechos humanos, quiere llegar la historia.
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