Los europeos somos hijos de los robles -y de sus hermanos le encina y el alcornoque, tanto en su consideración de árboles físicos como si se entienden como referentes de nuestra idiosincrasia: de nuestras emociones, de nuestra visión cosmológica, vinculados de manera persistente y extensa a nuestras deidades, como tótems de la diversidad antropológica de los habitantes de Europa.
Cuando se profundiza en las manifestaciones folclóricas, en las festividades, en la toponimia, en frases hechas, en nuestras declaraciones amorosas, en la impartición de la justicia o en el cumplimiento del compromiso dado, aparecen relaciones con los robles, que tienen sus orígenes en las antiguas culturas mediterráneas, griega y romana principalmente, o en las pretéritas culturas de los hombres de las costas atlánticas o de las tierras del interior del continente. Es pues un libro sobre etnobotánica, en el más amplio sentido del término, que teje una red entre las distintas manifestaciones del uso de los robles en distintas tierras y distintas épocas.
El contenido se reparte en cuatro bloques. El inicial aporta unas pinceladas de carácter botánico, para subrayar aspectos básicos sobre las características que definen a estos árboles. El segundo apartado se centra en los aspectos simbólicos, desde su vinculación con el concepto de árbol universal y de árbol sagrado a su incorporación al mundo simbólico humano: expresión de virtudes,
garantía de lo pactado bajo su sombra o de la justicia que se impartía en su nombre, representaciones heráldicas o en los uniformes de todos los ejércitos. El tercer bloque se adentra en la cultura popular: refranero, fiestas campestres en las que brotan cantigas y se proponen adivinanzas, siempre llenas de picardía y de alusiones asequibles sólo al reducido grupo de oyentes del lugar. Remata el libro con los usos múltiples de los robles que van desde la cuna al sepulcro, del aprovechamiento de las bellotas como alimento a la fabricación de tinta a partir de las agallas, la construcción de pequeños aperos rurales o su uso farmacéutico, por lo general fruto del conocimiento empírico y de la magia como sustento de la curación.
En otra dimensión, estos árboles han alimentado, en cantidades inimaginables, explotaciones mineras, la industria del curtido o la extensísima red de vías de ferrocarril; por otro lado, han
llevado por todos los mares del mundo nuestra cultura, nuestra riqueza y nuestra guerra, hasta constituir selvas en el mar, de estandartes llena.
El redescubrimiento de esas relaciones es el objetivo de este libro, que quiere expresarlas de forma sintética en su título: Robles, hombres y dioses.