Algunos historiadores estiman que en una pequeña porción del archipiélago cubano, Isla de Pinos, se inspiró el narrador escocés Robert Louis Stevenson para escribir su célebre novela de aventura La isla del tesoro, publicada en Londres en 1883. El argumento de los estudiosos se basa, entre otros elementos, en el hecho real de que la ínsula constituyó durante cuatro siglos refugio de piratas y contrabandistas. De su existencia se sabe que ese paraíso, devenido isla de leyendas, fue bautizado el 12 de junio de 1494 por Cristóbal Colón, como La Evangelista. Apuntan los investigadores que la primera referencia a la presencia de piratas y corsarios en suelo pinero data de 1543, «cuando el francés Jean Francois La Roque llegó a ella y reparó sus naves. A partir de entonces este lugar comenzó a utilizarse como apostadero por parte de los aventureros del mar, quienes esperaban aquí las embarcaciones, que venían cargadas de riquezas del continente americano, para atacarlas.
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