Con su magistral y no realizado Plan de Tokio como detonante -una ampliación de la megalópolis nipona que flotaba sobre la bahía, concebida en clave orgánica-, Kenzo Tange aglutinó en torno suyo una de las más interesantes utopías modernas, el movimiento japonés Metabolism. Sus radicales propuestas difuminaban el límite entre arquitectura y ciudad, rivalizando con las fantasías tecnológicas y psicodélicas de los británicos Archigram. Antón Capitel realiza una interesantísima pesquisa de la obra de Tange a partir de la influencia inicial de su maestro Mayekawa, en la obra brutalista de Le Corbusier, hasta desembocar en la obra de otros arquitectos metabolistas como Kikutake, Kurokawa o Maki.