Se presenta en este libro un relato tan incompleto como sugerente, que pretende desvelar los acontecimientos que, durante más de cinco siglos, ocurrieron en este apartado rincón de la sierra gaditana.
Los pinsapos de la sierra del Pinar han sobrevivido a eventos climáticos, históricos, ecológicos, administrativos, socioeconómicos y a conflictos sobre su propiedad y aprovechamientos entre el ducado de la casa de Osuna-Arcos y los vecinos de Zahara de la Sierra y las Villas de Villaluenga, Grazalema, Benaocaz y Ubrique.
Un paisaje de extraordinaria belleza, modelado por la naturaleza, pero también por la mano de las familias que vivieron en él y transformaron sus bosques por el carboneo y el pastoreo. Sus testimonios son hoy un eco de la forma de vida que, hasta no hace mucho, se desarrollaba entre pinsapos, quejigos y encinas.
El pinsapar de la sierra del Pinar goza hoy, tras cinco décadas de gestión pública y de protección, de un dulce momento, sin litigios ni discordias; se expande por la sierra, sin importarle las vertiginosas pendientes, ni los derrumbes y arroyadas, ni el fuego; sólo pendiente de la incertidumbre del cambio climático. El azulado verde de los pinsapos se va imponiendo sobre los desnudos roquedos, escalando tajos y colonizando nuevos lugares, donde faltaban desde hace tiempo, en un proceso natural que esperemos perdure y que ya hoy da muestras de su vitalidad con el desarrollo de nuevos pinsapares en esta sierra gaditana.