A lo largo de 250 páginas, salpicadas con fotografías de antaño, de regusto, recorre la historia de esas dos vacadas de bravo de segunda fila que tuvo Navarra, dos hierros muy cercanos a los orígenes de Lacosta, que nació hace 61 años, precisamente, en Murillo el Fruto. Su ganado bravo, formado en principio con vacas royas furas de la localidad, se cría en los sotos del curso medio del río Aragón situados en términos cercanos. La explotación de la camada es familiar e intuitiva, con pocos recursos, pero con una gran ilusión y un fuerte compromiso en el trabajo. La ganadería Gabari tiene la historia más extensa y documentada, su dueño es un rico propietario. Por contra, la de Esparza se basa sobre todo en la tradición oral, su amo es un modesto pastor. Pese a ello, mantienen puntos de contacto en la labor diaria y, al final, convergen al participar por última vez en la misma novillada celebrada en Tafalla en febrero de 1937. Unos meses después, las dos desaparecen al incautárseles el ganado para alimentar las tropas nacionales. Este es el resumen del presente libro que aborda no solo la historia de dos ganaderías bravas navarras modestas, similares a las que ahora existen en el campo navarro, sino que ofrece, a la vez, unos breves apuntes sobre el pasado y el presente de Murillo el Fruto y Santacara.