Sobrepasadas las fronteras andaluza y española para constituirse en patrimonio de la humanidad, no sólo porque así lo haya declarado la Unesco, el flamenco es hoy un punto de atracción mundial para quien quiera sentirse subsumido por el rapto. en esta dinámica Javier Caró ha intentado captar la universalidad del flamenco y lo flamenco a través de una colección de fotografías para las que han posado artistas jóvenes de varios continentes. Pero si se hubiera limitado a eso, tendríamos una espléndida colección de retratos de personas cuya procedencia tiene por origen puntos muy distantes de la Tierra, y nada más. La fotografía de esta obra no es universal, sino cósmica y en cada una de sus obras cuenta tanto la persona reproducida como el trazo en cada una de ellas de una geometría con más dimensiones de las que señalan los preceptos eculidianos y, fundamentalmente, la creación del ambiente alrededor del núcleo. Es ahí donde cada persona se funde con la Naturaleza y con la Historia por medio de un soplete mágico. Si en Romero de Torres los paisajes que envolvían las figuras podíasn ser también los de Fra Angélico, en Javier Caró, el entorno tiene que ver con lo onírico de las metáforas de Cansino Assens o en el mismo ambiente en el que lo flamenco está, por ejemplo, a flor de celuloide en Midnight in Paris, de Woody Allen. Ni más ni menos