La encina, Quercus ilex L., se extiende por cerca de 3 millones de hectáreas del territorio español. Así, la importancia de la encina en nuestro país justifica abordar la tarea de conocer de una manera profunda y descriptiva sus requerimientos ecológicos. El marco de la metodología empleada en los estudios autoecológicos de las especies forestales españolas se basa en el concepto de envolvente ecológica y, a partir de este concepto, se ha caracterizado el hábitat fisiográfico, climático, edáfico y edafoclimático de Q. ilex. El análisis conjunto de todas las variables ecológicas contempladas ha permitido identificar una serie de gradientes ecológicos, siendo los de carácter térmico e hídrico los más relevantes. El ámbito climático que ocupa la especie actualmente se encuadra dentro del ámbito mediterráneo, principalmente, sobre Cambisoles o Luvisoles. Cuando es comparada con el resto de especies ya estudiadas, aplicando los conceptos de valencia textural y definiendo la valencia ecológica global a partir de una ordenación de las especies según todos los parámetros que definen el hábitat, la encina posee la segunda valencia textural más alta, además de confirmarse como la especie más cosmopolita. Se ha definido el área de distribución potencial de la especie mediante la proyección del hábitat actual en todo el territorio español, definiendo cuatro clases jerárquicas. De esta forma, puede considerarse que en España existen más de diez millones de hectáreas potencialmente óptimas para Q. ilex. Se ha realizado un análisis de la relación entre parámetros ecológicos y variables selvícolas de los encinares, siendo el área basimétrica la única que ha mostrado correlaciones significativas. En todo caso, la ecuación obtenida es de escaso valor predictivo, debido a la multitud de estados y situaciones en las que se presentan las masas de encina en España, fruto del manejo histórico de la especie.