El autor Julio Molina Font desembarca nuevamente en la mar de las publicaciones literarias con un nuevo libro, que lleva el sugestivo título de: Baches, bares y ultramarinos y como subtítulo Crónica-guía del buen morapio y condumio en el Cádiz de ayer. La publicación se presentará el jueves 13 de octubre, a las 19:30 horas, en la Asociación de la Prensa de Cádiz.. Como su propio nombre indica, se trata de un guía de establecimientos de bebidas y comidas que existieron en Cádiz desde principios del siglo XX hasta los años setenta del mismo siglo y que además contiene una serie de relatos y anécdotas que ocurrieron en estos establecimientos.. Según explica el autor, en el Cádiz de ayer se conocían las tiendas de vinos o tabernas con el nombre de baches, como en otras localidades de la provincia se conocían como tabancos en Jerez de la Frontera, tabernas en el Puerto de Santa María o güichy en la Isla de San Fernando. Estos baches se prodigaron en la ciudad por todos su barrios, no había calle que no abriera sus puertas uno de estos bugíos -también eran llamados de esta manera-, aunque donde más abundaban en aquellos años del siglo pasado, fueron en los barrios populares, llevándose la «palma» los barrios de la Viña y Santa María.. Las bebidas que se consumían en ellos eran primordialmente manzanilla y vino de Chiclana. Para ello existía una medida de capacidad genuina en esta ciudad, ya en desuso, aunque todavía persiste en la localidad de Sanlúcar de Barrameda, la limeta y la media limeta. Estas eran unas botellas de vidrio blanco más delgadas y altas que las tradicionales del vino de Jerez, con una capacidad de 0,750 y 0,375 litros respectivamente, y que para su consumo eran vertidas en las clásicas cañas de manzanilla, vaso troncocónico con culo grueso estriado. En las Ventas y Ventorrillos de Extramuros la manzanilla era servida en un cañero de seis, doce o veinticuatro cañas.. Esta crónica-guía se compone de tres grandes apartados, además de unos capítulos introductorios sobre los montañeses en Cádiz. El primero de estos grandes apartados está dedicado a los baches o tiendas de vinos propiamente dichas, incluidas las ventas de Puerta de Tierra que jalonaban el arrecife. Un segundo apartado está dedicado a los bares, donde también se incluye cervecerías, cafés y salas de fiestas, y un tercer apartado aborda los almacenes de ultramarinos, mantequerías y algunas pinceladas sobre las cooperativas de alimentación o la aparición de los supermercados en el panorama local.. Para este trabajo se ha necesitado una exhaustiva búsqueda de datos en diversos archivos y fondos documentales, teniendo que confeccionar varias bases de datos de distintas épocas para poder ser trabajadas y cruzarlas, explica Molina Font. Además, el autor ha recogido testimonios de primera mano de muchos de aquellos protagonistas que vivieron estas historias.. Se puede decir, según comenta el autor, que este trabajo es ´un homenaje a los montañeses que abrieron en nuestra ciudad estos negocios de tiendas de vinos y almacenes de ultramarinos, ya que el 90% de sus propietarios eran nacidos o fueron oriundos de Cantabria´.. A lo largo de las 390 páginas de esta publicación se encuentran 362 tienda de vinos o baches; 19 Ventas en Extramuros; 2 salas de fiestas; 406 bares; 91 cafés, 5 cervecerías y 355 ultramarinos, y otros más, que hacen un total de 1250 establecimientos aproximadamente. Sobre nombres de propietarios, arrendatarios, encargados, segundos, chicucos, camareros y demás personal, incluyendo clientes, padrinos, albañiles, herreros, carpinteros, plomeros, etc. pueden figurar en esta publicación más de 4.000 nombres.. El libro está prologado por el tapatólogo Pepe Monforte, que aborda el interesante tema de la arqueotapatología.. Molina Font es autor de la ´Crónica negra en el Cádiz de la posguerra´ y de ´La historia pequeña de Cádiz´, ´Más sobre la historia pequeña de Cádiz´y ´Cádiz en claroscuro. 3ª parte de la historia pequeña de Cádiz´. (Texto: Angeles Peiteado)