Joshua Johannssen ha pasado toda su vida entre veleros. Su abuelo los diseñaba, su padre los construía y competía en ellos; su madre, obsesionada con Einstein, sabe por qué y cómo funcionan (o no). Josh y sus dos hermanos llevan la vela en la sangre, y su patio de juegos fue el estrecho de Puget, en el estado de Washington. Pero tanto su hermana como su hermano huyeron hace muchos años: Ruby a África, entre otros lugares, para hacer buenas obras en tierra, y Bernard a quién sabe dónde en el mar, como fugitivo y pirata. Con la sensación de haber llegado a los treinta y uno de repente, Josh (que repara barcos de todo tipo en un puerto deportivo al sur de Seattle) se siente dolido y confuso por lo que quiera que fuese mal en su volátil familia. Sus padres no se hablan, su desconcertado abuelo bebe cada vez más y él mismo (pese a su incesante y cómico frenesí de citas en línea) ni siquiera está cerca de encontrar novia. Pero, cuando los Johannssen se reúnen inesperadamente para la regata más importante en estas aguas (todos juntos en un velero clásico que construían hace décadas), encontrarán sus destinos y llegarán a conclusiones reveladoras.