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María Sánchez se ha convertido en una de las voces más reconocidas en la defensa del mundo rural y en la dignificación de su cultura. De ese afán nació Almáciga, un proyecto colaborativo en el que ha ido recogiendo palabras asociadas al campo para que no caigan en el olvido. La recolección ve la luz ahora en forma de libro, un glosario poético que huele a tierra arada y a lumbre, iluminado con las bellas ilustraciones de Cristina Jiménez.
El campo y nuestros medios rurales tienen una manera de hablar única que hermana territorio, personas y animales. Muchas de sus palabras llevan demasiado tiempo a la intemperie. Si no las cuidamos, morirán con nuestros mayores y nuestros pueblos. Por eso este libro, esta almáciga. Un sustrato donde las expresiones de nuestras tierras descansen; una semillera para recuperar sus palabras y sus significados, para volver a oírlas y nombrarlas, para que arraiguen entre nosotros y las tengamos más cerca; un vivero en el que mimarlas y cobijarlas con nuestros cuerpos y acentos. Un diálogo-tejido con nuestro medio rural para que germinen y puedan volver a existir.
Más gentes todavía
¡ Vivitas y coleando !
¡ Corriendo que se me acaban !
Hace 100.000 años al menos seis especies de humanos habitaban la Tierra. Hoy solo queda una, la nuestra: Homo sapiens.¿Cómo logró nuestra especie imponerse en la lucha por la existencia? ¿Por qué nuestros ancestros recolectores se unieron para crear ciudades y reinos? ¿Cómo llegamos a creer en dioses, en naciones o en los derechos humanos; a confiar en el dinero, en los libros o en las leyes? ¿Cómo acabamos sometidos a la burocracia, a los horarios y al consumismo? ¿Y cómo será el mundo en los milenios venideros?En De animales a dioses Yuval Noah Harari traza una breve historia de la humanidad, desde los primeros humanos que caminaron sobre la Tierra hasta los radicales y a veces devastadores avances de las tres grandes revoluciones que nuestra especie ha protagonizado: la cognitiva, la agrícola y la científica. A partir de hallazgos de disciplinas tan diversas como la biología, la antropología, la paleontología o la economía, Harari explora cómo las grandes corrientes de la historia han modelado nuestra sociedad, los animales y las plantas que nos rodean e incluso nuestras personalidades. ¿Hemos ganado en felicidad a medida que ha avanzado la historia? ¿Seremos capaces de liberar alguna vez nuestra conducta de la herencia del pasado? ¿Podemos hacer algo para influir en los siglos futuros?Audaz, ambicioso y provocador, este libro cuestiona todo lo que creíamos saber sobre el ser humano: nuestros orígenes, nuestras ideas, nuestras acciones, nuestro poder... y nuestro futuro.
"Los Animales Obligatorios" es una obra conjunta que reúne cuatro textos de naturaleza teatral hermanados por la temática apocalíptica. Cuatro visiones distintas (o tal vez no tanto) de la última noche sobre la Tierra... y algunos minutos del día después. Para amantes de la literatura y el teatro más subterráneo del subsuelo portuense.
En su segundo libro "ANKA MOTZ" - (Dios te maldiga, Blas De Lezo), el autor redescubre la historia de España después de la aventura vivida y queda fascinado por la vida del guerrero español Blas De Lezo, un personaje que, considera, se escapa a la medida de cualquier héroe de la historia, un hombre que despachaba en el infierno con la muerte sin volverle la cara y al que temieron piratas y virreyes por su osado valor y honradez. El autor espera que sus gestas, sin olvidar las circunstancias que le rodearon, sean reconocidas como las de un hombre especial que le tocó vivir un momento, de la historia de España, también especial y manifiesta que el objeto de esta obra es hacer honor a una vida dedicada a su país y que sus gestas sean recordadas como la de un héroe que nunca sufrió una derrota y entregó su ser al servicio del Reino al que pertenecía.
«Desde el dolor o desde la alegría, sólo he escrito aquí de lo que amo, que es como decir que he escrito de lo que ignoro. Y he escrito de lo que amo para poder amarlo más, en cada sílaba de su nombre. He escrito de una amiga muerta, del mar o de unos membrillos por el puro gusto de nombrarlos, nada más, porque al nombrar lo que se ama se recrea uno en lo que ama. Más allá de esto, sé que escribir es siempre un fracaso: adelantar la mano y abrir un dedo para señalar a otros el rastro de un pájaro cuando ya se ha ido. Lo que me recuerda que, a veces, algunos me habéis criticado que escriba de cosas tristes. Ya sabéis lo que pienso: que para hablar un poco de la alegría hay que hablar mucho de lo que cuesta conseguirla, de las desgracias en las que hay que ahondar y de lo difícil que es percibir la justicia y la bondad bajo los escombros. Un libro no debería ser nunca un sucedáneo de la vida. Sino pura vida, vida inagotable. Algo que nos roba de la vida durante unas horas para al cabo devolvernos a ella más vivos, es decir, más atentos y comprensivos. En éste quise, como siempre, lo más difícil: que la lluvia que yo he visto, a veces, caer desde lo invisible traspasara por un momento el techo de lo visible y que, a través de una grieta olvidada, mojara estas frases que he tenido frente a mí durante un año, en la mesa donde escribo.»
Una mujer se muda a Lisboa con su familia, y en el vuelo que los lleva a la ciudad donde van a vivir un año, se da cuenta de que ha olvidado una foto: la del caballo que montaba cuando era niña. Lo que en principio parece un descuido intrascendente, provoca en ella la inquietud de que en realidad se ha dejado algo más. En una ciudad que intenta reconocerse a sí misma entre turistas y andamios, con un portátil al que le falta una tecla y una mesa de Ikea, la protagonista recupera los recuerdos que esa fotografía le ha despertado. ¿En qué nos convertimos cuando olvidamos lo que fuimos, lo que nos llenaba, lo que proyectábamos ser? Antes del salto es la historia de una reconstrucción: la de una identidad diluida por el tiempo y la rutina. Marta San Miguel debuta en la novela con una historia íntima y honesta que nos invita a reflexionar sobre la importancia de los apegos, la maternidad o las renuncias. Una emotiva narración que explora lo que dejamos atrás y reivindica la memoria como el único espacio donde aún existimos realmente.
Este relato de tipo costumbrista, transcurre en la ciudad de Jerez de la Frontera a mediados del pasado siglo XX. Su protagonista, una acaudalada dama de la época, propietaria de importantes bodegas y extensas superficies de viñedos que ostentaba el título nobiliario de baronesa a resultas de su matrimonio con un francés establecido en Jerez tras haber heredado éste de su tío una acreditada bodega. De carácter altivo, distante y a veces poco sociable, quedó viuda siendo todavía joven. Su vida transcurría en la magnífica mansión que poseía en el casco histórico de la ciudad con sus hijos y sus sirvientes; aunque eso sí: en la más completa monotonía. Una monotonía solamente rota las tardes, de los primeros y terceros jueves de cada mes cuando en uno de los salones de su casa se congregaba una interesante tertulia a la que asistían eruditos personajes de la ciudad. Un devenir diario en el que no faltaba su misa y comunión matutina, hasta que un día, cuando ya había cumplido 53 años, un efímero y apasionado amor llamó a su puerta, transformando por completo su vida y su carácter.
En la narrativa en torno al jardín, este suele presentarse como la materia prima con la que el jardinero realiza su labor, un escenario dotado de vida donde se representa el espectáculo del crecimiento más o menos dirigido de las plantas. Blas Parra nos propone subvertir ese orden, que sea el jardín el que determina y condiciona la vida de su creador. Jacinto, protagonista de Aquel jardín en la frontera, sufrirá las consecuencias de emprender su proyecto vital, esa aventura como jardinero, en un entorno rudo, incluso hostil: a las exuberantes floraciones sucederán las desastrosas heladas siberianas y el avance imparable del cemento. Cercado, aislado, Jacinto tendrá que escoger entre abandonar el jardín a su suerte o serle fiel sobreponiéndose a toda clase de amenazas.
Con una prosa salpicada de ironía, rebosante de contrastes, Blas Parra nos ofrece una reflexión sobre el significado profundo del jardín, una guía de futuro para épocas oscuras.
Publicada en 1911, El árbol de la ciencia (para el propio Pío Baroja «el libro más acabado y completo de todos los míos») es la obra en la que la técnica narrativa del novelista –el gusto por la sucesión ininterrumpida de acontecimientos, la abundancia de personajes secundarios, la hábil articulación de situaciones críticas, el impresionismo descriptivo, el rápido trazo de caracteres– alcanza su mayor eficacia, así como aquella en que, en palabras de Azorín, se halla «mejor que en ningún otro libro el espíritu de Baroja».