La vitivinicultura constituyó el principal sector exportador de la economía andaluza en la Edad Moderna, correspondiendo la principal responsabilidad de este hecho a la tierra de Málaga y al marco de Jerez.
Las transformaciones habidas en el mercado atlántico de vinos a partir de finales del siglo XVII modificaron la distribución del valor que generaba la actividad vitivinícola. Esta circunstancia generó una gran conflictividad en el sector y desembocó en la aparición de una nueva industria vinatera. La
transición al nuevo modelo de negocio resultó mucho más exitosa en el caso de Jerez que en el de Málaga, circunstancia que representa una de las grandes paradojas de la vitivinicultura andaluza y, por extensión, española.