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Cuando William Finaughty, miembro de una familia de colonos de Grahamstown, hizo su primer viaje a Matabelelandia en 1864, el territorio hervía de caza salvaje. Nacido en 1843, hijo de un herrero, abandonó su hogar a la edd de 21 años para buscar fortuna en el interior. Trabajó en el comercio de Edward Chapman en Kuruman, visitó Matabelelandia en 184 y de nuevo en 1865, y en el invierno de 1866 empezó a cazar para conseguir marfil en Mashonalandia. Durante los siguientes cinco años se calcula que abatió más de quinientos elefantes. En 1871, las manadas se habían retirado hacia zonas más seguras infestadas por mosca tsetse, donde los hombres como Finaugthy, que preferían cazar desde su caballo, eran más reacios a entrar, por lo que abandona la caza como dedicación exclusiva con sus armas de avancarga y ánima lisa, y se dedica al comercio. Entre 1871 y 1875, William Finaughty residió estableido como comerciante en Shoshong, donde estaba asociado con su hermano. En 1878 se casó con Miss Elizabeth Krause de Bloemhof. Tuvieron cuatro hijos y seis hijas. En el momento de su boda estaba comerciando en Mamusa, Kimberley. A pesar de su aversión por los republicanos de Transvaal, durante la guerra Anglo-Boer de 1880-1881, vivió en varios distritos rurales de ese territorio antes de trasladarse a Johannesburgo en 1887. Él y su familia llegaron a Rhodesia en 1894 y compró tierras en Matopos, pero tuvo que evacuarlas durante los disturbios de 1896. Después de la pacificación, la familia se asentó en una granja en el valle del Umguza, pero después de una edpidemia de peste bovina se la vendió a uno de sus yernos. Al inicio de la Primera Guerra Mundial, Finaughty se reunió con su hijo William, que tenía una granja en el río Kafue. Vivió una vida llena de aventuras, si bien algo irresponsable, y sus Andanzas, recogidas por R.H. Hall a partir de entrevistas personales realizadas cuando estaba próximo a los setenta años, ayudaron a elaborar los detalles del estilo de vida de los ocos europeos que penetraron en las zonas más salvajes y menos conocidas del sur de África en la última mitad del Siglo XIX. Falleción en lo que entonces era Rhodesia del Norte en 1917.
Historias venatorias vividas con todo el sentimiento de un buen cazador. Reflejando la destreza y técnica de los puestos del perdigón en distintos parajes manchegos, serranos, con multitud de anécdotas que amenizan su lectura y encuadran una etapa de la historia de España, que forma parte de nuestro presente más actual, con detalles y apreciaciones que son de gran utilidad hoy, en los comienzos del sigo XXI, e incluso en ciertos aspectos polémicos como siempre es la caza del perdigón con la hembrilla, hoy prohibida, que algunos expertos cazadores defienden, y cuyas razones y criterios están expuestos con claridad en el libro de caza que ahora presentamos.
El búfalo africano siempre ha tenido el respeto y la admiración de Roberson, y es el búfalo lo que le gusta cazar más que a cualquier otro animal. Este libro tiene de todo: carcaterísticas anatómicas, diferencias entre machos y hembras en el campo, historia natural y distribución, calibres favoritos, qué constituye un buen trofeo, cuándo no se debe disparar a un búfalo, el pistero africano, caza con arco, selección de las miras del rifle, estimación del trofeo, accesorios de caza, y más. Robertson trata la caza de las hembras de búfalo, tan peligrosas como los machos, y nos proporciona sus opiniones e ideas acerca de la idoneidad de los diferentes tipos de balas y calibres. Ilustrado con algunas de las mejores fotografías de búfalos del Cabo nunca vistas tomadas por la mundialmente reconocida fotógrafa de fauna salvaje Catherine Robertson, este libro contiene sólo material original.
Un libro que trasmite la visión del autor sobre la naturaleza, el campo y la caza. Y un recorrido por la caza menor española y extranjera, así como por la del jabalí en la modalidad de espera. Javier López de Ceballos: “Entre los verdaderos cazadores nos comprendemos y, cuanto más aficionados, mejor. Amat era muy aficionado y nos hicimos amigos”. Eduardo de Aranzadi Aburto: “Cuando cobré la becacina 3.374 yo no sabía que iba a ser la última que cobraría en mi historial como cazador de becacinas. No sólo eso, sino que esa última fue también la primera y única conseguida cazando con Vicente”. Antonio Pérez Henares: “Una visión y una emoción que me parece la única y la mejor senda por la que debemos transitar los cazadores”. Adolfo Sanz Rueda: “Una obra diferente, de esas que se dan sólo de cuando en vez”. Contenido: A modo de explicación. Prefacio. I. Introducción: De la caza y otras cuestiones. II. Relatos de pasajes, especies, lances, perros y cazadores: Los primeros pasos. De morralero. Los primeros cartuchos. La primera etapa. La segunda etapa. Lugares. Viajes fuera de España. Especies. La codorniz. Perdices. La perdiz roja. La perdiz moruna. La perdiz pardilla. La agachadiza común. La becada. La tórtola común. La paloma torcaz. Zorzales. El conejo. La liebre.
El Marqués de Albentos nos brinda un encantador documento cinegético de la época de Isabel II. Su pasión por la caza, y su apego a históricos cazaderos como El lomo del Grullo y Doña Ana, trasluce en este opúsculo en el que el jabalí, el lobo y el venado son los protagonistas en caza mayor, en tanto que la perdiz lo es en caza menor. Anécdotas propias alternan con anécdotas de cosarios en un texto que certifica la experiencia venatoria y el donaire de aquél aristócrata sevillano.
Dividido en tres tratados, contiene ardides, trampas y estratajemas para cazar todo tipo de aves, nos habla sobre la crianza de los pájaros de jaula y canto, además de la caza de montería y la pesca.
Dividido en tres tratados, contiene ardides, trampas y estratajemas para cazar todo tipo de aves, nos habla sobre la crianza de los pájaros de jaula y canto, además de la caza de montería y la pesca.
El último bucardo, la última cabra pirenaica, murió en el año 2000 en el valle de Ordesa, situado en el Pirineo. Fue la primera extinción del siglo xxi a nivel mundial. Hasta ahora se conocían pocos detalles de su historia y es difícil comprender por qué el hombre no ha podido salvar este animal tan indefenso, que ha disfrutado de un siglo de protección legal. No ha sido fácil encontrar respuestas. Libros y láminas antiguos, informes, fotos, colecciones zoológicas y entrevistas con personas que han estado con el bucardo aportan las piezas de un puzzle complicado. Queda la pregunta de qué
hacer con el legado y la memoria de este animal. En la foto, el pueblo de Torla con el valle de Ordesa al fondo.
Un meritorio trabajo sobre el campo y la caza, sobre la Sierra de San Pedro, sobre Sierra de San Pedro S.L. y, por ende, sobre la figura de Luis Higuero López-Montenegro, que se erige en el personaje fundamental de este libro, a quien el autor se lo dedica expresamente. La historia de esta organización cinegética es la que es y yo la voy a contar, nos dice el autor en la Introducción. Y no yerra. Según avanza la lectura irán sucediéndose diferentes artículos, opiniones o escritos de señeros monteros, de propietarios de cotos, reputados cazadores, colaboradores, perreros, guardas, postores, cargueros En definitiva, de todos los que han formado parte de las cacerías y monterías en Sierra de San Pedro, a los que se une el singular testimonio de miembros de la familia Higuero, ineludiblemente unida a la historia de esta organización de caza. Todo ello se completa con un excelente reportaje fotográfico, que nos hace evocar recuerdos, y que nos ayuda a ir desfilando, desde los primeros años y hasta la actualidad, por el devenir de Sierra de San Pedro S.L., organización de caza pionera en España. Capítulos: Prólogo. Introducción. El campo. La caza. La Sociedad Sierra de San Pedro. Los Cotos de Caza Mayor. Especies de caza mayor. Monterías. Recechos. Aguardos. Armas y complementos. Taxidermia. Especies hoy protegidas en Extremadura. Ecologismo. Monteros para siempre. Testimonios. Resultados, cifras, estadísticas. Listado de cazadores con trofeos-medallas en Sierra de San Pedro. Epílogo.
La cocina de la caza es un patrimonio culinario al que el autor de esta obra, el chef francés Bruno Doucet, se ha dedicado a conservar y reinventar. En estas páginas detalla las recetas más sabrosas, a través de las cuales nos brinda su visión gastronómica personal para despertar nuestro interés por este arte ancestral.
Un extraordinario libro que nos muestra que el amor por la caza, la cocina y el respeto por la naturaleza son totalmente compatibles.