descripción

El libro clasifica a las plantas en cinco grupos. El primero aborda las plantas comestibles, tanto para personas como para animales. Figuran más de 301 especies, tales como el berro o la zarzamora. En un apartado especial se analizan las bebidas de tipo tisana, refrescantes, fermentadas o licores que pueden obtenerse de ellas. Uno de los capítulos más extensos es el referido a las plantas medicinales y tóxicas, ya que incluye más de 240 especies. Los autores han recogido usos para la medicina y veterinaria popular. Nombres como el anís, el tomillo, el ajo o el cáñamo están entre sus páginas. Los usos artesanales, tecnológicos y etnoagroecológicos abarcan a 130 especies, con las que se han confeccionado desde escobas hasta carros: encinas, robles, castaños, fresnos, chopos, nogales, pinos… El cuarto grupo está dedicado a las utilizadas como combustible o para la obtención de otros productos. Se habla de leñas, corchos, o la zumaquera, empleada para teñir y curtir. En total, figuran 70 especies diferentes. El último está conformado por las plantas de uso estético o cultural: para cementerios, parques y zonas de recreo, ornamentación doméstica. Incluye interesantes apartados sobre la vinculación de las plantas con la heráldica o las fiestas religiosas. Para ejemplificar la cantidad de datos recogidos, Emilio Blanco afirmó que de más de 1.534 nombres vulgares de plantas, 632 eran novedosos para los expertos filólogos en la etnolingüística; además han rescatado más de mil términos vinculados con faenas agrícolas o aperos.