Por las páginas de este libro, un clásico de la literatura sobre drogas, desfila una galería de personajes que ejemplifican el carácter convulso y caleidoscópico de los años sesenta. Entre llos, Timothy Leary -el apóstol del LSD-, quien creía ciegamente en su poder para despertar conciencias alienadas. ; Ernst Jünger, un convencido defensor de su ingesta como forma de experiencia intelectual y artística para selectos grupos de iniciados; Aldous Huxley, quien consideraba el LSD como una llave de acceso a una percepción de la existencia más plena y enriquecedora que superaba los límites impuestos por la razón y la lógica, o el médico - poeta visionario Walter Vogt, que definió el ácido como "el único invento alegre del siglo XX".